os reproduzco un post del equipo de elle(la revista) porque no me ha podido parecer mejor,mas real y al mismo tiempo un ejercicio divertidiiiiisimo que hacer para tener plena conciencia de que el tiempo pasa.....ahi os lo dejo espero que paseis un buen rato como he hecho yo....mil bicos
por cierto...solo por aclaracion...yo sigo siendo Belen,pero este post lo ha escrito un "señor" digo un chavalin,ja,ja,ja,....
En este tiempo he reflexionado bastante sobre el temido (al menos para mí) paso del tiempo. Nos hacemos mayores. La vida corre que se las pela, y creo que por el camino nos va dejando señales que, aunque no queramos verlas, nos avisan que la juventud, al menos en su primera etapa, va quedando atrás. Son cosas más sutiles que ir quedándote sin pelo o que dar la bienvenida a una barriga que antes no existía, pero igual de reveladoras. Así que he decidido recopilar 10 de esas señales, algunas sufridas en carne propia y otras que veo en la gente de mi quinta, y que tarde (esperemos) o temprano (no esperemos) llegarán. Ahí van:
1. La primera vez que te llaman… ¡señor! Tengo 32 años. Con esta edad, debería estar absolutamente prohibido que nadie te llame así. Yo estaba acostumbrado a ‘chico’, ‘chaval’, ‘joven’… Pero ya me han llamado señor. Mal rollo. Y dos veces. Doble mal rollo. La primera no le di importancia, porque me lo dijo un niño que apenas levantaba un metro del suelo. La segunda sí escoció: fue un camarero que podía ser mi padre. Y sí, se quedó sin propina.
2. Más bodas que cumpleaños. Este es otro signo inequívoco del paso del tiempo. Cada vez me invitan a menos fiestas de cumpleaños y a más bodas que, además de ser de largo más aburridas, son mucho más caras. Un par de bodas un verano te dejan sin vacaciones. Lo primero por los regalos, y lo segundo, porque ya empieza a darme vergüenza ponerme el mismo traje que utilicé en mi graduación. A rascarse el bolsillo.
3. Descubres gente que no conoce ‘La bola de Cristal’. El otro día, trabajando, le pregunté a dos becarias por la mítica ‘Bola de cristal’ de TVE. “La bola de qué…” Dios mío, hay gente que nunca conoció el programa de Alaska… ¡han nacido en 1985! Así que, de Naranjito, ni hablamos. Me deberían caer mal, como el camarero, pero no es el caso. Y mira que me esfuerzo.
4. Radar antigarrafón. La próxima vez que salgas de fiesta, fíjate: si alguien huele su copa antes de beber el primer trago, casi seguro que tiene más de 30. Y es que con 18 años, te bebes lo que te metan en el vaso, aunque sea radiactivo. Con la edad te vuelves más exquisito, porque una resaca de garrafón pasada la treintena te deja una sensación en el cuerpo similar a la del atropello de un camión. Y encima no te indemnizan. Moraleja: si hueles las copas, ya no eres tan joven.
5. ¿Sabes casi de memoria lo que ponen en la tele los viernes y los sábados por la noche? Mala señal amiga. Antes, lo único que veía esos días y a esas horas era gente bailando. Y a partir de determinada hora… directamente no veía nada. Ahora, más de una vez me he sorprendido a mí mismo compartiendo mis noches de fin de semana con Jorge Javier Vázquez. Y ese sí que me da resaca.
6. Por los pelos. ¿Por qué dicen que el pelo no duele? Claro que duele: el primer pelo que sale en la oreja, duele en el alma. Esta señal es inequívoca, y afortunadamente aún no la he sufrido en carne propia. Pero no falla: si hay pelo en la oreja, hay años en el DNI. Los seres humanos estamos mal hechos: ¿por qué con la edad se nos cae el pelo que queremos conservar, y nos salen otros que no queremos tener? Para que luego digan que la naturaleza es sabia.
7. ‘Física o química’ ya no te llena. Sí, lo reconozco, veo ‘Física o química’ (el primer paso es asumirlo). Cada vez me aburre más. Y es que llega un punto en el que dejas de entender a las nuevas generaciones. No tienen una jerga propia, tiene un lenguaje ininteligible para los que no somos de su especie. Al menos para aquellos a los que ya nos han llamado señor.
8. ¡Aquí hay demasiada gente! Si has pronunciado esa frase hace poco, me temo que ya eres una de las mías. Con cierta edad, las palabras ‘demasiada’ y ‘gente’ no podían ir en la misma frase. Cuantas más personas por metro cuadrado en un garito, mucho mejor. Ahora yo ya necesito más espacio vital, y si además hay algún taburete, miel sobre hojuelas.
9. La nieve. Mientras escribo estas líneas, acabo de recibir otra señal… del cielo. Resulta que en Madrid está nevando, y me he sorprendido a mí mismo pensando que ojalá no cuaje, por todo lo que conlleva: atascos, frío, resbalones… Hace unos años, cada nevada era una fiesta. Ahora, cada nevada es un marrón. Si ya lo decíamos antes, con la edad, no sientan igual las copas. Ni los copos.
10. La última señal de que nos hacemos mayores la dejo en blanco. ¿Por qué? Porque me haría mucha ilusión que me la contaráis vosotras. Así que: ¿en qué momento os habéis dado cuenta de cómo ha pasado el tiempo? Ya sabéis, mal de muchos, consuelo de tontos. Gracias de antemano.
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